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"The reasonable man adapts himself to the world; the unreasonable one persists in trying to adapt the world to himself. Therefore all progress depends on the unreasonable man."

G. B. Shaw

sábado, 19 de enero de 2008

Lecciones desde la India

Comparto con ustedes un artículo escrito en marzo de 2006 sobre algunas de mis impresiones sobre India (versión editada). Aprovecho este espacio para agradecer al Ministerio de Relaciones Exteriores, ITEC y la Embajada de la India en el Perú por darme la oportunidad de visitar su maravilloso país.
Nota: Se evita el uso de comillas en los diálogos para evitar problemas de publicación mediante los feeds. En futuros artículos éstas seguirán siendo reemplazadas por guiones.


El Ashram Express está próximo a partir desde Nueva Delhi hacia Jaipur y a pesar de ser invierno en la India el día presenta cielos despejados y una temperatura que supera los 30ºC. Después de varios intentos finalmente consigo acomodar mi maleta debajo del asiento al mismo tiempo que ingresa a la cabina mi eventual compañero de viaje. Por su cabello blanco-platinado y los profundos surcos en el rostro deduzco que se trata de un hombre maduro; su sencillo saco café y la maleta Samsonite que lleva consigo también me indican - con absoluta claridad - que este hombre es uno de los 300 millones de ciudadanos indios de pujante y creciente clase media. Intercambiamos un sencillo namaste – saludo protocolar en hindi, el idioma nacional más difundido entre las 18 lenguas oficiales – mientras nos despedimos de la capital de la India.

Nueva Delhi es una ciudad incompatible con la buena calidad de vida. Sin embargo, durante mis escasos tres días de visita, jamás dejé de sorprenderme por sus contrastes extremos. Poblada por más de 13 millones de habitantes y afectada por niveles de pobreza y contaminación alarmantes, Nueva Delhi es también punto de encuentro de diversas etnias, religiones y culturas que la convierten en un destino exótico e incomparable. Nueva Delhi es el fiel reflejo de la India, una megápolis en donde los conceptos de inmensidad, dinamismo y complejidad que caracterizan al país se expresan a plenitud. Desde aquí se rigen los destinos de más de un billón de personas y se planifican e implementan las políticas públicas que han colocado a este gigante asiático entre las seis economías emergentes de mayor crecimiento durante los últimos ocho años a nivel mundial.

Ya ha pasado media hora desde que partimos del Old Dehli Railway Station y mi compañero de viaje no resiste la curiosidad. En un inglés tosco pero perfecto, legado del colonialismo británico, se presenta: -Me llamo Ashutosh Kumar, gusto en conocerlo-. El breve intercambio inicial de palabras rompe el hielo y confirma la auténtica hospitalidad de los indios con los forasteros. Después de las clásicas preguntas y respuestas de cualquier conversación introductoria, Shri (Señor) Kumar y yo ganamos confianza y entramos de lleno en materias más interesantes.

Le pregunto sobre la situación económica del país; -verá usted, desde las reformas económicas implementadas en 1991 por nuestro actual primer ministro, Shri Manmohan Singh, Hindustan ha experimentado un crecimiento promedio anual superior al 6%. Para este año esperamos crecer sobre 8% y debo confesarle que estas cifras nos llenan de optimismo-. En efecto, la tercera mayor economía de Asia – sólo superada en tamaño por Japón y China - emprendió un agresivo programa de liberalización económica con el fin de revertir el severo déficit fiscal y la enorme deuda externa acumulada durante más de cuatro décadas de pasmoso e ineficiente control estatal. Si bien los niveles de corrupción, burocracia y cleptocracia siguen siendo elevados, el mayor flujo de inversión extranjera y políticas fiscales más responsables han permitido mejorar los indicadores sociales, particularmente la disminución del analfabetismo, la mortalidad infantil y la pobreza extrema.

Un elemento clave para explicar este progreso sostenido se basa en el vasto capital intelectual que posee la India; la cuna del sistema numérico, el cálculo y el ajedrez, cuenta con ventajas competitivas decisivas que suponen el conocimiento, la creatividad y la innovación. Los indios se han consolidado como líderes mundiales en industrias tales como las tecnologías de información (IT), la biotecnología y el sector farmacéutico; por eso, ya a nadie sorprende descubrir que reconocidas empresas como Ranbaxy, Infosis o Wipro inundan los mercados globales con productos de bajo precio y excelente calidad. Frente a este fenómeno, hasta los imperturbables alemanes murmuran -Kinder statt inder!-; ¡eduquemos a nuestros niños en vez de traer indios!.

El capital intelectual de los indios no se restringe a personas de clase media y alta; este valioso activo intangible es también el patrimonio de millones de ciudadanos menos privilegiados que con mucho esfuerzo y visión de largo plazo continúan estableciendo pequeñas y medianas empresas en todo el país. A la fecha, la India cuenta con más de 12 millones de PYMES que en 2006 generaron, por concepto de exportaciones, más de US$21 billones. Que duda cabe, los indios están redefiniendo el término de valor agregado.

Obviamente a Shri Kumar le fascina hablar de su querida Hindustan y nuestra entretenida conversación ha superado ya el par de horas. El desértico estado de Rajastan – la Tierra del Rey – nos da la bienvenida y ambos sentimos aún mayor libertad para discutir temas más sensibles; el sistema de castas, la religión y la gastronomía garantizan un fértil monólogo que gustosamente me dispongo a escuchar. Le pregunto a que casta pertenece; -soy Kshatriya responde amablemente, ¡por eso tengo brazos fuertes!-, comentario que por cierto me deja bastante confundido.

Para occidente, el sistema de castas íntimamente ligado al hinduismo - religión profesada por el 83% de la población - plantea complicadas interrogantes. La milenaria estructura social india, herencia de los Arios desde el año 500 A.C., establece cuatro castas o varnas clasificados según el karma de sus integrantes. La primera casta la componen los Brahmins, reconocidos por los demás miembros de su comunidad como los líderes religiosos y maestros de la sociedad. Sus privilegiados miembros rigen la cabeza y son responsables de educar y guiar espiritualmente al resto de la sociedad. Shri Kumar pertenece a la casta de los guerreros y nobles, los Kshatriyas, encargados de brindar protección y seguridad. Ahora comprenderá el orgullo de mi eventual compañero de viaje.

El mozo del tren interrumpe brevemente nuestro diálogo para ofrecernos la merienda. Ordeno un chai (té) y Butter Roti (tortilla de harina con mantequilla) mientras que Shri Kumar se decide por un apetitoso Paneer Masala (queso licuado y sazonado con varias especias). Una vez lista y dispuesta la mesa continuamos. Los Vaishyas componen la tercera casta de comerciantes y mercaderes, regentes del estómago, encargados de proporcionar los alimentos. La última casta, los Shudras, cumple con servir a las castas superiores. Aquí encontramos a los agricultores, artesanos y trabajadores quienes rigen las pantorrillas. La - quinta casta -, los dalits o intocables, conforma el nivel social inferior y sus miembros reflejan los niveles de pobreza extrema más grotescos. Su intocabilidad es de facto; los dalits no son tocados ni tocan – siquiera con su sombra – a los miembros de otras castas porque son considerados elementos contaminantes.

Es difícil tolerar la aparente discriminación impuesta por el milenario sistema de castas pero existen arraigados antecedentes religiosos y culturales que la sustentan. En breve, resalto la palabra aparente, los hinduistas creen en la reencarnación y consideran que su vida presente es consecuencia directa de actos cometidos en vidas anteriores. Por esta razón aceptan su destino sin reproches; los dalits intentarán subsistir decentemente en la pobreza extrema mientras que los brahmins se orientarán hacia una vida ejemplar, todos ellos con el fin de reencarnarse en una vida superior. Asimismo, el sistema social existente impone también severas restricciones de género, mucho más evidentes en los sectores rurales del país, que conforman el 70% de la población total.

A pesar de esta impactante realidad Shri Kumar se apura en aclarar: -el gobierno ha creado leyes e implementado programas de compensación para las mujeres y los más pobres pero el verdadero cambio social proviene de nuestras nuevas generaciones-. Le pido mayores detalles; - por ejemplo, las universidades públicas establecen cuotas de ingreso de 10% exclusivamente para los dalits, mientras que el estado garantiza un 30% de sus puestos laborales para las mujeres-. A pesar de su sereno fraseo, el rostro de mi amigo refleja cierta resignación al finalizar su comentario y yo no puedo evitar reflexionar lo siguiente; superar las enormes brechas impuestas por el sistema de castas le tomará a la India varias décadas pero es evidente que sus ciudadanos nominales y reales, especialmente los más jóvenes, han comprendido que el siglo XXI demandará nuevos códigos y formas de interacción humana.

Estamos a escasos minutos de nuestro destino final y mi mente empieza a enfocarse en las actividades que llevaré a cabo en Jaipur, Jodhpur, Mumbai y Ahmedabad; visitas a PYMES, entrevistas con exitosos microempresarios y las simples caminatas por urbes congestionadas me garantizan inolvidables lecciones personales. Lamentablemente nuestra conversación va llegando a su fin y quedan en el aire múltiples temas pendientes tales como la minoría musulmán de 120 millones de personas, el conflicto en Cachemira, la industria aeroespacial y nuclear, Bollywood y los dabbawallas por mencionar unos cuantos. ¡Que lástima!.

El tren se ha detenido completamente y llega el momento para despedirnos. Tanto Shri Kumar como yo no podemos evitar la tristeza del momento pero agradecemos profundamente la oportunidad de habernos conocido. -Espero que siga disfrutando de su estadía y le deseo muchos éxitos- me dice para luego perderse rápidamente en el caótico tumulto de la estación. Y así concluyo, en medio de una desbordante marea humana, que la India no acepta términos medios; maravillándonos con sus fortalezas y tolerando sus debilidades, los que tenemos el privilegio de visitarla, aprendemos también a respetarla, quererla y admirarla. Con certeza, este maravilloso país dejará marcas imborrables en mi vida. Jaya hai Hindustan!

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo. He dado con el cuando estaba buscando información sobre la India para mi blog.

Saludos desde Euskadi (Pais Vasco)

Diana Cuadros La Rosa dijo...

hola el relato esta buenisimo! seria genial si postearas mas datos curiosos sobre este pais (en serio ayudaria muchisimo a mi trabajo de investigacion)...por cierto que significado tiene el elefante en la india? es igual de sagrado que la vaca?